A manera de presentación:
La Asociación Internacional de los Trabajadores constituye para el movimiento obrero y anarquista un punto sumamente importante en su historia.
El hecho de que los trabajadores del mundo se congregaran para fundar en 1864 una organización propia de los trabajadores para combatir la tiranía del capital, puso sin duda los pelos de punta a la burguesía internacional, cuya presión logró que la AIT fuese prohibida en algunos países.
En otros el trabajo organizativo fue tan grande que sus frutos se dejaron sentir en las décadas siguientes a su fundación, siendo el caso más significativo España, donde la fundación de la AIT, posterior a la llegada de Fanelli en 1868, dio como resultado la gesta de una poderosa organización anarquista y anarcosindicalista posteriormente (aunque el sindicalismo digamos embrionario estaría siempre presente en la organización española, desde la fundación de las dos primeras secciones de la AIT).
A lo interno la documentación nos indica que la AIT fue producto de la organización de elementos anarquistas proudhonianos.
Los primeros congresos, aunque costaron lo suyo para arrancar, fueron siempre producto del esfuerzo de obreros franceses proudhonianos. La intromisión de Marx en la escena de la AIT al poco tiempo de iniciados sus trabajos organizativos no tiene influencia alguna en el transcurso de los congresos, en los que conceptos como federación y mutualismo son constantes en las resoluciones, conceptos con los que Marx, desde luego, no tenía nada que ver, pues su sistema es centralista (centralizar en manos de un Estado “obrero” los medios de producción, comunicación, consumo, etc., no pueden ser sino concepciones centralistas) y económicamente contrario al mutualismo.
Pronto y con la entrada de Bakunin en 1869, el mutualismo cedería el paso al colectivismo bakuninista, sin que Marx pudiera hacer nada por contrarrestar la influencia del anarquista ruso.
La única manera en que Marx y sus acólitos pudieron contrarrestar la influencia anarquista en la AIT, proudhoniana primero y bakuninista después, fue por medio de la intriga primero y posteriormente de la artimañana de la creación de secciones fantasmas en el congreso de 1872 de La Haya, a la que Bakunin no podía asistir, y con esta mayoría ficticia logra Marx expulsar a los anarquistas y mandar el Consejo
General a EEUU, intentando así matar a la organización antes de declararse perdedor en la contienda ideológica con el anarquismo.
La historia oficial burguesa y la marxista coinciden en definir al congreso de La Haya como la muerte de la AIT. No nos dicen que posteriormente a dicho congreso la mayoría de las secciones de la AIT, incluso las que apoyaban a Marx anteriormente, desconocen los resolutivos de La Haya por estar amañados y se reúnen en Saint-Imier para dar continuidad a los trabajos de la AIT.
Poco debe importar a los investigadores serios las conclusiones de la historia oficial burguesa y de la historia marxista. Ambas corrientes suelen manipular todo lo posible las cosas; una para dar golpes a las ideas revolucionarias; otras para darse aires revolucionarios a veces o salvaguardar la poca integridad socialista que les pueda quedar.
La historia, la documentación sin tintes ideológicos, ha dado grandes pruebas de que la AIT no murió como Marx pretendía. Esta siguió su camino y en países como España, aun pese a la represión y constante reestructuración de las organizaciones, los trabajos no dejaron de continuar.
Si bien llegó un momento en que de nombre la AIT no existía, las secciones continuaban sus trabajos organizativos.
Bien hace James Guillaume cuando ante la propuesta de realizar un congreso reconstitutivo de la AIT en 1877 afirma: “el congreso propuesto no puede tener por propósito crear una nueva Internacional. Ha sido planteada en ciertos periódicos la reconstitución de la Internacional, pero la Internacional no tiene necesidad de ser reconstituida porque ella existe…”
Sin embargo entrados ya en el siglo XX la AIT no existe nominalmente, y ante la llamada “Tercera internacional”, creación del bolchevismo en 1919 y por cuyo conducto pretendían someter al movimiento obrero internacional a las directrices del marxismo bolchevique, Rudolf Rocker y otros grupos anarcosindicalistas se reúnen a finales de diciembre de 1922 e inicios de enero de 1923 y reconstituyen formalmente a la AIT, a cuyos principios anarcosindicalistas se suman rápidamente varias secciones a nivel mundial.
El trabajo que presentamos en esta ocasión trata de los congresos de la AIT en su formación y un poco más adelante de su ruptura entre marxistas y anarquistas en 1872.
Es una obra realmente esclarecedora por la documentación que aporta y el análisis que realiza.
Bien se puede apreciar el trabajo de investigación que Víctor García, el llamado “Marco Polo del anarquismo” realiza al recuperar los pun
tos del orden del día de los congresos, así como algunas cartas esclarecedoras sobre los principales actores de las disputas ideológicas.
Más que un trabajo de recuperación de un documento importante para la historia del anarquismo, nos dimos a la tarea de recuperar esta obra por la importancia que tiene para aclarar muchos de los mitos que sobre la mítica organización de los trabajadores se han dicho, así como inspirar a los trabajadores que lean esta obra a reiniciar o continuar los trabajos organizativos del trabajo contra el capital, continuando la lucha que nuestros antepasados emprendieron y que sin duda debemos continuar.
Por el internacionalismo, por el anarcosindicalismo, por la anarquía.
El grupo editor